Praga es una ciudad llena de edificios de gran belleza arquitectónica. Uno de los más emblemáticos es el Ayuntamiento de la Ciudad Vieja cuya construcción se inició en 1338. Su torre de 69 metros, alberga el famoso reloj astronómico que atrae a miles de curiosos y que se ha convertido en el símbolo de la ciudad.
Junto al antiguo ayuntamiento, también en la plaza de la Ciudad Vieja, se erige el Palacio Golz-Kinsky que cuenta con una bellísima fachada de estilo rococó decorada en estuco.
En la misma plaza, orientándonos hacia el este nos encontramos con la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, una de las iglesias más emblemáticas de la capital gracias a sus pináculos góticos que marcan el sello distintivo de la Ciudad Vieja de Praga.
Al norte de la plaza, se erige también la Iglesia de San Nicolás, con su bella fachada en color blanco que resalta su imponente altura y unos interiores que albergan una gran riqueza escultural y visual.
Muy cerca de allí se sitúa el Teatro de los Estados, un bello edificio del siglo XVIII famoso por haberse rodado allí la película Amadeus, del director checo Milos Forman.
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En el interior del complejo, tenemos también la Catedral de San Vito, iniciada en 1344 y terminada por completo en el siglo XX, de ahí que cuente con aportaciones de diferentes estilos como su Puerta Dorada que data del siglo XIV, el Sepulcro Real de Carlos IV, su bóveda gótica o su famoso rosetón ya construido en el siglo XX.
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Al final del puente, se erige la Torre del Puente o Torre de la Polvora, una impresionante torre gótica que formaba parte de las antiguas fortificaciones de la ciudad y cuyo interior, alberga un mirador que ofrece una vista espectacular del Castillo de Praga y del pintoresco barrio de Mala Straná.
El Teatro Nacional, un bello edificio neoclásico del siglo XIX que alberga los espectáculos de Ópera, es otro de los elegantes edificios que hacen que Praga sea una de las ciudades más monumentales de toda Europa.
Tampoco nos podemos ir de Praga sin visitar el impresionante Palacio Troja, utilizado como palacio de verano por la familia Sternberg, de la alta aristocracia bohemia. Fue edificado en el siglo XVII y cuenta con unos elegantes interiores decorados con frescos y unos jardines geométricos llenos de viñedos, naranjos y otros arboles frutales.